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¿Estamos preparados en Chile para la nueva era de inversión?

"Los millennials son clientes que no buscan exclusivamente una buena atención, sino que exigen personalización y esperan que la empresa se adecúe a sus preferencias. En general, valoran la participación y colaboración, y exigen nuevos valores como transparencia, sostenibilidad y compromiso social", plantea Pamela Auszenker, Subgerente Equity Research y Estrategia

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Pamela Auszenker, Subgerente Equity Research y Estrategia

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Para nadie es novedad que en esta nueva era digital el cambio es la única constante, y la forma en que las cosas se hacen evoluciona día a día. Indudablemente, en la industria financiera, y más específicamente en el mundo de inversiones, ello también ha venido ocurriendo. No obstante, la duda es si la velocidad de dichos cambios es suficiente para lo que se avecina, y qué tan conscientes somos de las necesidades que se irán generando.

A mi juicio, donde sí se ha visto mayor preocupación y progreso es en los procesos de inversión, a través de la incorporación de inteligencia artificial en las funciones de recomendación y generación de productos con este fin. Por ejemplo, es común observar fondos quant (fondos que utilizan modelos matemáticos y estadísticos para valorar los precios de los productos financieros y evaluar los riesgos de las mismos, rebalanceándose automáticamente en muchos casos), los cuales son ampliamente utilizados, incluso en Chile. Asimismo, un fenómeno en rápida ascensión –y prácticamente inexistente aún en nuestro mercado–, son los "robo-advisors", un servicio online automatizado que provee manejo de portafolios y asesoría en base a algoritmos, a un costo menor. Sin embargo, debemos ser conscientes que no sólo está cambiando la forma de invertir (donde la migración hacia un canal digital ha comenzado de manera acelerada), sino también los instrumentos y productos de inversión.

Emerger de la generación denominada "millennial" está implicando retos y cambios profundos en todos los ámbitos, partiendo por la contratación de colaboradores y trabajadores. Actualmente un 30% de la población en Latinoamérica es "millennial", según un reporte de Tendencias Digitales, y hacia el año 2025 representarán el 75% de la fuerza laboral del mundo, proyecta la consultora Deloitte. Así, se torna completamente crucial entender las necesidades y demandas de dicha generación en todos los ámbitos, incluido el de inversiones.

En esta línea, los millennials son clientes que no buscan exclusivamente una buena atención, sino que exigen personalización y esperan que la empresa se adecúe a sus preferencias. En general, valoran la participación y colaboración, y exigen nuevos valores como transparencia, sostenibilidad y compromiso social. Es precisamente este último punto el que, a mi juicio, presenta brechas importantes en el ámbito de inversiones, de las cuales tendremos que hacernos cargo en un futuro cercano.

Antiguamente, por lo general los inversionistas con "consciencia social" sacaban de su universo de inversión aquellas compañías presentes en rubros específicos que no compartían su visión, por ejemplo tabaco, casino, productores de armas, etc. Sin embargo, hoy eso ya no es suficiente. La nueva generación de inversionistas, aquellos que están formándose o quienes serán en el futuro la principal masa laboral (y, por ende, con poder adquisitivo) tienen exigencias mucho más altas y específicas. En esta línea, no sólo buscarán inversiones rentables a cualquier costa, si no que privilegiarán aquellas sustentables, que conversen, por ejemplo, con su preocupación por el medio ambiente. Así, será común comenzar a ver –al menos en Chile, porque en el extranjero dicho fenómeno ha comenzado hace un tiempo– portafolios de inversiones exclusivamente con compañías con alta sensibilidad y preocupación por la responsabilidad social empresarial, o inversiones de capital de riesgo específicas para inversiones sociales.

Ello, no obstante, requiere avances más rápidos en varias dimensiones: en la forma en que se analizan y construyen portafolios (valorando variables diferentes a la dimensión rentabilidad/riesgo), así como también en la regulación (es cosa de ver la ambigüedad al respecto con instrumentos como las criptomonedas, donde a nivel global falta zanjar aún varios temas relacionados al tratamiento tributario o regulación asociada), o incorporar de manera más rápida la nuevas tecnologías como el Blockchain en el día a día.

En un mundo tan globalizado, hoy debemos ser capaces de avanzar de manera mucho más precipitada a nivel local en pos de cumplir con las demandas y exigencias de los inversionistas, actuales y próximos, que ciertamente están más empoderados, y buscan no sólo maximizar la relación riesgo/retorno. Así, los cambios y progresos en el mundo de inversiones no debieran estar enfocados únicamente en los procesos, sino también en el producto final, ante lo cual ciertamente tenemos un largo camino por recorrer.

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